sábado, 30 de abril de 2011

NO HAY MAL QUE CUMPLA 100 AÑOS

NUESTRO EXIMIO EXTINTO CON EL PERRITO SOUVENIR,  REGALO DE VIDELA EN EL ALMUERZO DEL 19 DE MAYO DE 1976.

jueves, 28 de abril de 2011

CREDO - J.G. Ballard

James Graham Ballard
  • Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, para liberar la verdad que llevamos adentro, para sujetar la noche, para trascender la muerte, para hechizar las autopistas, para congraciarnos con los pájaros, para asegurarnos las confidencias de los locos.
  • Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en las excitaciones de la playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los edificios para estacionamiento de coches, en la poesía de los hoteles abandonados.
  • Creo en las olvidadas pistas de aterrizaje de Wake Island que apuntan hacia los Pacíficos de nuestras imaginaciones.
  • Creo en la misteriosa belleza de Margaret Thatcher, en el arco de las ventanas de su nariz y en el brillo de su labio inferior- en la melancolía de los conscriptos argentinos heridos@ en las 'obsesionadas sonrisas del personal de las gasolineras- en mi sueño de Margaret Thatcher acariciada por ese joven soldado argentino en un motel olvidado ante la mirada de un tuberculoso empleado de una gasolinera.
  • Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus imaginaciones, tan cercana a mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los encantados rieles cromados de los mostradores de los supermercados; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones.
  • Creo en la muerte del futuro, en el agotamiento del tiempo, en nuestra búsqueda de un tiempo nuevo dentro de las sonrisas de las camareras de las autopistas y de los ojos cansados de los controladores del tráfico aéreo en aeropuertos fuera de estación.
  • Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la princesa Di, en los dulces olores que emanan de sus labios mientras miran las cámaras del mundo entero.
  • Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas de la 'misión Apolo.
  • Creo en nada.
  • Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las Torres de Watts, Bocklin, Francis Bacon, y todos los artistas invisibles encerrados en las instituciones psiquiátricas del planeta.
  • Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en el disparate del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en la intención asesina de la lógica.
  • Creo en las mujeres adolescentes, en su corrupción por la postura de sus propias piernas, en la pureza de sus cuerpos desaliñados, en los rastros de partes pudendas que dejan en los baños de hoteles miserables.
  • Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que ha volado alguna vez, en la piedra arrojada por un niño pequeño, que lleva la sabiduría de los estadistas y de las parteras.
  • Creo en la dulzura del bisturí del cirujano, en la ¡limitada geometría de la pantalla del cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la locuacidad de los planetas, en nuestra repetitividad, en la inexistencia del universo y en el aburrimiento del átomo.
  • Creo en la luz que emiten los grabadores de video en las vidrieras de las tiendas, en las mesiánicas agudezas de las rejillas de los radiadores de los automóviles de exhibición, en la elegancia de las manchas de aceite en las barquillas de los motores de los 747 estacionados en las pistas asfaltadas de los aeropuertos.
  • Creo en la inexistencia del pasado, en la muerte del futuro, y en las infinitas posibilidades del presente.
  • Creo en el trastorno de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Céline, Swift, Defoc, Carroll, Coleridge, Kafka.
  • Creo en los proyectistas de las Pirámides, el Empire State Building, el Führerbunker de Berlín, las pistas de aterrizaje de Wake Island.
  • Creo en los olores corporales de la princesa Di.
  • Creo en los próximos cinco minutos.
  • Creo en la historia de mis pies.
  • Creo en las jaquecas, el aburrimiento de las tardes, el miedo a los calendarios, la traición de los relojes.
  • Creo en la angustia, la psicosis y la desesperación.
  • Creo en las perversiones, en nuestro enamoramiento de árboles, princesas, primeras ministros, gasolineras abandonadas (más bellas que el Taj Mahal), nubes y pájaros.
  • Creo en la muerte de las emociones y en el triunfo de la imaginación.
  • Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza.
  • Creo en el alcoholismo, en las enfermedades venéreas, en la fiebre y en
    el agotamiento.
  • Creo en el dolor.
  • Creo en la desesperación.
  • Creo en todos los niños.
  • Creo en los mapas, los diagramas, los códigos, los juegos de. ajedrez, los rompecabezas, los horarios de vuelos, los letreros indicadores de los aeropuertos.
  • Creo todos los pretextos.
  • Creo todas las razones.
  • Creo todas las alucinaciones.
  • Creo todas las rabias.
  • Creo todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías, evasiones.
  • Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la bondad de los árboles, en la sabiduría de la luz.

miércoles, 27 de abril de 2011

MATERIALISMO HISTÓRICO: interpretaciones y controversias (Ariel Petruccelli )

El nuevo lomo del Marxismo
libro urgente y necesario para quienes esperan un debate serio y sin concesiones en torno a las bases teóricas del materialismo histórico. Un autor, y su estilo, que aborda temas complejos y controvertidos con una c1aridad explicativa poco usual en estas lides. Un autor y su voluntad de sacudir los pilares mas importantes del andamiaje teórico históricamente consolidado. Aquí Petruccelli discute con los pensadores marxistas mas entronizados del siglo XX, planteando en su derrotero la viabilidad teórica de un materialismo histórico sofisticado, necesariamente alejado de las dicotomías simplificadoras que han señoreado en las producciones te6ricas y en las orientaciones políticas. Y desde ese corrimiento asume la tradición mas marxiana, y paradójicamente menos transitada por los marxistas: la de pensar sin tutelaje. Entrecruzando análisis teóricos con demostraciones históricas, realiza una monumental labor de rescate del pensamiento marxiano, sacándose de encima los reduccionismos y las lecturas sesgadas prevalecientes hasta ahora. Así, a la par que cuestiona a Gerald Cohen y su teoría de la primacía de las fuerzas productivas, nuestro autor pasa por su tamiz a George Plejanov, Erik Olin Wright, Antonhy Giddens, Leon Trotsky, Michael Mann, Perry Anderson y muchos otros pensadores. Pero el objetivo fundamental es sistematizar una interpretación alternativa fundada en la primacía de las relaciones de producción, en vez de asentarse en un implausible desarrollo universal de las fuerzas productivas, o en una lucha de c1ases sin anclajes materiales.
Escrita en conjunto con El Marxismo en la encrucijada (Prometeo, 2010), Materialismo histórico: interpretaciones y controversias parece haber sido concebida para transformase, desde el mismo momento de su publicación, en una obra ineludible para comprender la situación actual, los alcances y las discusiones en torno a la construcción teórica que promovió la obra histórica y filosófica de Marx y Engels
leer en La Porongoteca, cap I.

lunes, 25 de abril de 2011

Fredric Jameson: Marxismo y Posmodernidad

Fredric Jameson
Entrevista de Graciela Speranza
(en Razones Intensas, Perfil libros 1999)

"[...] Nunca confrontamos un texto de manera realmente inmediata, en todo su frescor como cosa en-sí. Antes bien los textos llegan ante nosotros como lo siempre-ya-leído; los aprehendemos a través de capas sedimentadas de interpretaciones previas, o bien -si el texto es enteramente nuevo- a través de los hábitos de lectura y las categorías sedimentadas que han desarrollado esas imperativas tradiciones heredadas (Fredric Jameson. Documentos de cultura, documentos de barbarie: La narrativa como acto socialmente simbólico.)


Los títulos de algunos de sus libros de ensayo podrían definirlo por extensión: Marxismo y forma (Teorías dialécticas de la literatura del siglo veinte), La cárcel del lengua­je, El inconsciente político, La posmodernidad o La lógica cultural del capitalismo tardío. Si se acepta la paradoja de su nacionalidad, Fredric Jameson es, sin duda, uno de los herederos más indiscutibles de la tradición marxista en la crítica cultural contemporánea. Consciente de la paradoja, no solo ha introducido en la crítica norteamericana el pen­samiento dialéctico clásico -de Lukacs a Sartre- sino que desde una perspectiva marxista crítica ha incorporado a los grandes pensadores del estructuralismo y el posestruc­turalismo francés. En las novelas de Raymond Chandler o Philip Dick, en las películas de Hitchcock, George Lucas o David Lynch, Jameson persigue los signos de la historia en la cultura a través de un movimiento dialéctico abiga­rrado de ideas que se traduce en estilo. En la conversación, sin embargo, se esfuerza por encontrar la síntesis con ex­trema claridad. Su caracterización de la posmodernidad como representación cultural del capitalismo multinacio­nal y financiero puede parecer amenazante y sombría, pe­ro habla de los cambios culturales de las últimas décadas sin ningún énfasis apocalíptico. Cita a Brecht para recor­dar que no se trata de volver a los buenos viejos tiempos si­no de enfrentar los sucios tiempos moderno, y apuesta con entusiasmo a la cultura de la periferia. Tal vez por eso, de visita en Buenos Aires para participar de ANYbody, la sex­ta conferencia anual organizada por la fundación ANYone, pregunta por la nueva literatura argentina, apunta títulos en una libreta de notas y asegura que la tarea del crítico capaz de interpretar los procesos culturales de nuestro tiempo apenas acaba de empezar.

-Alguna vez, siguiendo a Sartre, describió su posición como crítico en términos de una tensión entre la crítica de la cultura y la vocación de explicar y popularizar la tradición intelectual marxista. - ¿Sigue escribiendo a partir de esa tensión?

No se en que términos precisos podría referirme hoy a esa tensión pero lo cierto es que siempre me ha parecido (y en esto sigo al primer Lukacs y a Adorno) que no se puede hablar de la forma sin hablar del contexto social que pro­duce esa forma. En ese sentido no creo que se trate de una tensión, aunque para muchos críticos se produce cierto de­sequilibrio en la medida en que el ensayo marxista trabaja con la forma y al mismo tiempo repone el contexto. Los ar­tefactos culturales son representaciones oblicuas de sus circunstancias, cuyas contradicciones históricas figuran, reprimen o transforman, mediante las abstracciones de la forma estética. La tarea del crítico marxista es encontrar esas relaciones, reconocerlas, describirlas y analizarlas.

-¿Como definiría la tarea de la crítica marxista hoy?

Estamos en una situación muy diferente respecto de la crítica marxista clásica. El surgimiento de las vanguardias en la literatura y en el arte -el "modernismo" para la criti­ca anglosajona-, generó una proximidad inédita entre el espíritu revolucionario y la revolución en el arte. Esta rela­ción fue muy fuerte en Latinoamérica, en Rusia, en Alema­nia -recordemos a Brecht- pero no en los países anglosa­jones en los que siempre ha habido un divorcio entre la idea de vanguardia y la práctica política. Luego con el es­talinismo y la imposición del realismo dogmático y más tarde con la Guerra Fría, las series vuelven a separarse de modo tal que en las vanguardias parece volver a primar lo estético y la política parece estar en otra parte. La escena hoy es esencialmente diferente porque las vanguardias co­mo tales pertenecen al pasado, una herencia rica y gloriosa pero ajena a nuestro tiempo. De manera que las formas de crítica marxista que hemos desarrollado para leer la li­teratura moderna, aun cuando algunas de ellas resultaron muy productivas -yo mismo he tratado de trabajar en esa dirección-, no son ya aplicables con la misma pertinencia a la producción cultural actual (seguir interviews... en)